viernes, 3 de enero de 2020

GEL Maratón: La otra educación



     Durante nuestra estancia en Atenas no solo hemos visitado el instituto de Maratón para hacer Jobshadowing aprendiendo "sobre el terreno" de nuestros anfitriones sino que también hemos aprovechado para encontrarnos con varias profesoras, especialistas en distintas lenguas (Griego Clásico, Moderno, Latín,...), que nos han contado los recursos pedagógicos que ponen o han puesto en práctica para sortear los escollos de la educación de idiomas.

     En activo o ya jubiladas, dan o han dado clases particulares, en colegios privados, en universidades e, incluso, la mayoría colabora en ONGs enseñando idiomas (inglés, francés, griego moderno, esperanto) o impartiendo apoyo educativo a los hijos de colectivos más desfavorecidos de la ciudad. 

     Todas ellas han compartido con nosotras sus métodos de enseñanza y hemos descubierto algunos que les daban bastante buen resultado como el Método Freinet, utilizado por una profesora universitaria griega para enseñar Griego Moderno en las Universidades de Valladolid o Málaga o una metodología que consigue que inmigrantes árabes se familiaricen con los alfabetos griego y latino en un par de semanas. 






     Buscando métodos pedagógicos diferentes, un amigo de María José nos hizo ver cómo podíamos encontrarlos incluso paseando por la ciudad ya que una de las principales iglesias bizantinas de Atenas, la Iglesia de San Eleuterio o Pequeña Catedral, como también se la llama, es algo único en la arquitectura religiosa bizantina por su clara vocación pedagógica: está construida con mampostería sin decoración hasta la altura de las ventanas, pero a partir de ahí  se han usado spolia de mármol reutilizados (trozos de mármol procedentes de edificios antiguos anteriores) hasta un total de 99 esculturas que no sirven para decorar la Iglesia (están en las fachadas, no hacia el interior) sino para mostrar un mensaje cristiano, transmitido por la disposición de los distintos relieves entre sí, a pesar de que lo que se usa tiene un origen grecorromano.